viernes, 11 de abril de 2008

Adam Smith en México

El modelo de desarrollo que se ha aplicado en México desde finales de los años 70 se basa en el liberalismo, de acuerdo con el cual la libertad de mercado debe ser promovida, en tanto que el poder del Estado debe ser restringido. Llevamos cinco sexenios al hilo bajo este mismo esquema. El cometido es, aparentemente, que aquí impere a sus anchas la fórmula del “dejar hacer, dejar pasar”.
Los ideólogos del neoliberalismo han echado mano de una larga lista de autores tanto clásicos como contemporáneos para sustentar sus tesis. Uno de esos pensadores es, precisamente, Adam Smith (1723-1790), quien defendió a capa y espada a la economía de mercado como la mejor forma de salir de la etapa precapitalista.
Veamos qué tanto se aplica su pensamiento al México contemporáneo: para este escritor escocés el mercado es una institución social. Por tanto, mucha gente se vería beneficiada por el correcto funcionamiento de la economía; pero hay grupos elitistas cuyos intereses se verían afectados si los mercados funcionaran como es debido.
Si este tipo de grupos cuenta con influencia en los círculos políticos, tenderán a manipular a la economía para su propia conveniencia. Para Smith, esto es particularmente grave cuando los monopolios florecen y obstaculizan la sana competencia.
Adam Smith se quejó en su tiempo del limitado alcance de los mercados. Por eso, ubicó los intereses elitistas que trataban de garantizar la protección de sus exageradas ganancias frente a la amenaza que para ellos representa la verdadera contienda económica. Este pensador se lanzó contra las restricciones que sufría el mercado que él situaba como limitantes de tipo “precapitalistas”.
Leyendo a Smith veo que muchas restricciones que afectan hoy al funcionamiento de la economía mexicana pueden encajar, perfectamente, en esta condición “precapitalista”. Tenemos grupos elitistas que inhiben el desarrollo material. Son ellos, con todo y que frecuentemente enarbolan la causa del “mercado”, los que siguen profesando, a escondidas, su identificación con las formas de pensamiento más atrasadas.
Es una ironía del destino que aquellos que favorecen la aplicación de políticas económicas de confección neoliberal frecuentemente caen en posiciones económicas arcaicas.
Como dice uno de los seguidores de Smith, Amartya Sen: “No debe sorprender que la burguesía protegida frecuentemente realiza esfuerzos denodados por animar y apoyar la ilusión del radicalismo y la modernidad para encubrir en realidad posiciones antimercado provenientes de un pasado remoto”.
Es indispensable poner en claro lo que está pasando en México y llamar a un debate acerca de los verdaderos propósitos que anidan estos grupos cerrados junto con las políticas económicas gubernamentales que benefician a un puñado de familias y no al grueso de la población. El reto es develar la trama de intereses particulares que se han adueñado del destino nacional.
Aunque los propagandistas del neoliberalismo hablan de economía abierta, en realidad la temen porque eso significaría la remoción del entramado de alianzas que les ha permitido a sus patrones sostener grandes privilegios.

Articulo públicado en la webpage de El Universal el 9 de abril de 2008 en la siguiente dirección:
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/40234.html