sábado, 15 de noviembre de 2008

El triunfo de Obama

JFS-AH
El triunfo de Obama

Columna publicada el 07 de noviembre de 2008 en El Universal

BUENOS AIRES, Argentina.— La victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ha sido un triunfo resonante de la corriente progresista en esa nación sobre la línea neoconservadora. Lo que se conoce como la coalición Reagan-Bush se convirtió en la fuerza dominante del país de las barras y las estrellas desde principios de los años 80.

Es cierto que la administración de Bill Clinton trató de recomponer la correlación de fuerzas; pero la llegada de Baby Bush a la Casa Blanca le imprimió nuevos bríos al bloque de derecha que abanderó el libre mercado en el terreno económico, el fundamentalismo religioso, el belicismo como instrumento privilegiado en las relaciones internacionales junto con el realce del esfuerzo individual como clave del éxito. Esa era ha terminado.

Hagamos un recuento de los hechos: en el verano del año pasado, Obama iba atrás en las preferencias para ser nominado como candidato del Partido Demócrata; Hillary Clinton era la favorita y se pensaba, en todo caso, que Barack sería un buen prospecto para sucederla en 2012 o 2016. No obstante, el senador por Illinois, vino de atrás para arrancarle la nominación a Hillary, y después derrotar al republicano John McCain.

¿Cuál fue el secreto? La mejor respuesta la dio The New York Times en su editorial del miércoles 5 de noviembre (the day after): “Su triunfo fue decisivo y contundente porque percibió lo que estaba mal en este país: el rotundo fracaso del gobierno para proteger a sus ciudadanos. Ofreció, en cambio, un gobierno que no trate de entrometerse en cualquier asunto, sino que haga aquellas cosas que no puedan resolver, individualmente, las personas: regular correctamente la economía, cuidar el medio ambiente y la seguridad alimentaria, ver que los enfermos tengan acceso a los servicios de salud y educar a los niños para que puedan competir en un mundo globalizado”.

Yo añadiría que insistió en poner por delante la diplomacia en la política exterior en lugar del militarismo.

Hay que agregar a esto el hecho de que tejió fino para armar una nueva coalición de fuerzas que hicieron posible el regreso de los demócratas al poder. Es, pues, un ejemplo de cómo hacer bien las cosas.